JURO QUE ESTABA ALEGRE
Van los rojos cerezos del otoño
tiñendo las laderas de los montes
y yo pienso en nosotros, los caminos,
la negra luz que alumbra los finales.
Juro que estaba alegre. Hace un momento,
con los ojos cerrados, en la cara
sentía el sol y el frío de septiembre,
el alma de esta tierra con el aire
que lentamente envuelve al cuerpo entero.
Estabas tú conmigo y no la ausencia.
Estabas tú imposible, revivido,
y no la honda tristeza que ahora aflora.
Son los rojos cerezos otoñales.
Rescoldos en la hoguera. Cenizas en el aire.
ANTONIO MANILLA
Van los rojos cerezos del otoño
tiñendo las laderas de los montes
y yo pienso en nosotros, los caminos,
la negra luz que alumbra los finales.
Juro que estaba alegre. Hace un momento,
con los ojos cerrados, en la cara
sentía el sol y el frío de septiembre,
el alma de esta tierra con el aire
que lentamente envuelve al cuerpo entero.
Estabas tú conmigo y no la ausencia.
Estabas tú imposible, revivido,
y no la honda tristeza que ahora aflora.
Son los rojos cerezos otoñales.
Rescoldos en la hoguera. Cenizas en el aire.
ANTONIO MANILLA
Sí que es hermoso, Julia.
ResponderEliminar¿Es leonés este chico? Tiene buen aliento poético.
Sí, Venancio, es un poeta de León. De lo mejor que tenemos ahora mismo por aquí.
EliminarConmovedor poema. Lo tomamos prestado para nuestra selección. Un cordial saludo.
ResponderEliminarPor supuesto! Un placer. Saludos.
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