domingo, 10 de abril de 2016

Una infancia feliz en años de posguerra. Poema inédito.



UNA INFANCIA FELIZ EN AÑOS DE POSGUERRA

A veces ser feliz consiste sólo
en bailar
alrededor de una mesa-camilla,
coreando el nombre de un pueblo al que te han invitado
a pasar el día de la fiesta.

A veces es más excitante
ese momento previo de la espera:
ni la verbena, ni el traje de domingo,
ni el banquete en la casa familiar,
tan minuciosamente preparado.

El paso de los años ha demostrado
que lo único, al final, inolvidable era
la coreografía improvisada con tu hermano:

Vueltas y vueltas en torno a una camilla
una semana antes de que el gran día llegara.

Y si alguien no lo entiende

es porque nunca le dejaron ser niño.

JULIA CONEJO



viernes, 4 de marzo de 2016

Un poema de Antonio Manilla

JURO QUE ESTABA ALEGRE

Van los rojos cerezos del otoño
tiñendo las laderas de los montes
y yo pienso en nosotros, los caminos,
la negra luz que alumbra los finales.
Juro que estaba alegre. Hace un momento,
con los ojos cerrados, en la cara
sentía el sol y el frío de septiembre,
el alma de esta tierra con el aire
que lentamente envuelve al cuerpo entero.
Estabas tú conmigo y no la ausencia.
Estabas tú imposible, revivido,
y no la honda tristeza que ahora aflora.
Son los rojos cerezos otoñales.
Rescoldos en la hoguera. Cenizas en el aire.

ANTONIO MANILLA


viernes, 26 de febrero de 2016

Un poema de Emma Cabal

EL DÍA QUE PUEDA

El día que pueda escribiré un poema sobre esto,
sobre hoy,
sobre lo mucho que duele
a veces
el amor,
sobre la impotencia
que se siente al saber
que todo
se curaría con un beso.

El día que pueda escribiré
sobre el vacío,
sobre la confusión,
sobre las lágrimas,
sobre los silencios y las amapolas.

EL día que pueda escribiré
sobre los celos,
sobre la angustia,
sobre la soledad,
sobre la pasión y las tormentas.

Sí.
El día que pueda lo haré.
Pero hoy no.
Hoy no me siento con fuerzas.

EMMA CABAL


martes, 23 de febrero de 2016

Un poema de Jorge M. Molinero

QUE LAS FRUTAS ROJAS SON UNA MENTIRA

Yo escojo frutas rojas para la merienda,
frutas rojas, dulces y alegres
para el almuerzo saludable del colegio.

Pero ella me pide manzanas.
Manzanas verdes y ácidas. Muy ácidas.

Y en esto que creo en la reencarnación,
esta renacuaja me viene ya
con la lección aprendida.
Que de comerse el mundo, al menos, que
sea el de verdad, este que se nos atraganta
con su pulpa áspera y nos deja ardor en el estómago
cada vez que osamos hincarle el diente.

Las manzanas, ácidas

   sin el dulzor prometido
por las marquesinas de las paradas de autobús.

Que las frutas rojas sólo sirven
para titular los poemas tristes de papá.

JORGE M. MOLINERO


viernes, 29 de enero de 2016

Un relato de César Gavela

DE MUCHACHO SE INVENTÓ UN MUNDO

Donde estaban todos los países, tal y como los vemos en el mapa. Pero le añadió uno que solo él controlaba. Recorrió la ciudad muchas veces y encontró en los descampados del norte una zona donde instaló su estado independiente y pequeño. Aún más pequeño que la Ciudad del Vaticano, en este caso apenas treinta hectáreas. Ya en su casa, dibujó las calles, las fronteras, el palacio presidencial, un edificio administrativo, el campo de fútbol de la selección nacional de Estia, el nombre del país del que era presidente. Organizó un censo, llegaban a tres mil personas. Hizo las genealogías de esas familias, rastreó los estios que vivían fuera de su país, y así pasó varios años feliz, centrado en esa fiesta grande de las cosas pequeñas. Mientras tanto, al otro lado de Estia, sucedía un mundo que era mucho menos real: el de su casa y sus padres, el de su trabajo como administrativo en la estación del ferrocarril. El de un hombre sin amor.

CÉSAR GAVELA


viernes, 15 de enero de 2016

Un poema de Itziar Mínguez Arnáiz

EN EL METRO

Es una conversación banal
prescindible
aburrida
es más
da la impresión de que hablan por hablar

y eso es lo que te produce un escalofrío
pensar en el triste destino de esas palabras
cuyo único fin es
tapar el silencio.

ITZIAR MÍNGUEZ ARNÁIZ


miércoles, 13 de enero de 2016

Un poema de Manuel González

CREO

Creo en la verdad desbordada en tu pecho.
Los cristales empañados del coche
cualquier noche entre semana.
En la luna de Panero
y el banco del parque
que no traiciona mis cuentas.
En las jornadas de puertas abiertas.
La biblioteca que compartimos.
Los ceros a la izquierda
y el resultado final
donde perdemos los mismos de siempre.

Creo en los bares de buena muerte
llenos de gente con la verdad esposada.
En las cartas sin postdata
porque ya está todo escrito.
En perder varias cabezas por tu misma causa
y el denominador común de nuestras bocas.
En no salir vivo de este poema.
Los pequeños sonidos de la casa.
Las películas que vemos a medias
bajo la manta verde
y la novena compañía
peleando por la libertad de otros
a cambio de llamarles exiliados.

Creo en los necios
porque mi silla no necesita su respaldo.
En vaciarme hasta volver a mi punto de encuentro.
En el ejemplo de los poetas malditos
y esas cosas tuyas
que todavía me sorprenden.

MANUEL GONZÁLEZ